Cuando se habla de control de olores industriales, es común pensar en fragancias, extractores o productos químicos. Pero lo que muchas plantas no consideran es que las autoridades ambientales no evalúan solo el olor… evalúan su impacto social y ambiental. ¿Y cómo lo hacen? Con un modelo técnico llamado FIDOL.
FIDOL es un acrónimo que describe cinco factores clave que determinan el impacto olfativo de una fuente de emisión:
¿Cada cuánto tiempo se percibe el olor?
¿Qué tan fuerte es?
¿Cuánto tiempo persiste en el ambiente?
¿Qué tan desagradable es para las personas?
¿En qué tipo de zona ocurre (industrial, habitacional, escolar, etc.)?
Este modelo es utilizado por inspectores ambientales y autoridades municipales o estatales para calificar si un olor representa un riesgo ambiental, incluso si no está asociado a contaminantes peligrosos.
Porque muchas veces, aunque una planta cumpla con normas de emisión o no genere compuestos peligrosos, el olor puede generar conflictos vecinales, quejas, clausuras o multas. Y si la empresa no cuenta con una forma clara de demostrar su compromiso y control, la percepción social puede volverse en su contra.
Diagnosticar de forma anticipada focos de conflicto
Identifica puntos críticos antes de que se conviertan en problemas mayores.
Establecer métricas y prioridades de intervención
Toma decisiones basadas en datos concretos y objetivos medibles.
Dialogar con autoridades desde un lenguaje técnico compartido
Comunícate efectivamente usando terminología reconocida oficialmente.
Evitar sanciones por "afectación por olor"
Previene multas y clausuras aunque no haya contaminación química.
Aquí es donde entra la olfatometría, una técnica que permite cuantificar olores mediante paneles sensoriales y equipos especializados. Esta disciplina, junto con metodologías como la escala VDI 3882 (para medir intensidad) permite traducir lo subjetivo ("huele feo") en datos objetivos y repetibles.
Ecoscent Industrial emplea estos criterios como base para diseñar sus soluciones. Sin embargo, más allá de nuestras tecnologías, es clave que cada planta industrial adopte una visión proactiva del olor como factor de riesgo ambiental.
Las plantas que logran un verdadero control de olores suelen combinar:
Olfatometría, FIDOL, mapas de dispersión
Ductos, drenajes, lodos, perímetro
Difusión, sublimación, nebulización
Seguimiento continuo y ajustes preventivos
El resultado no es solo un ambiente más limpio, sino una mejora tangible en reputación, relaciones comunitarias y cumplimiento normativo.
FIDOL no es un concepto abstracto. Es una herramienta concreta que autoridades, vecinos y expertos ya están usando para evaluar el impacto de tu planta.
Comprenderlo y actuar en consecuencia puede marcar la diferencia entre una operación estable y una operación en conflicto.