Alán González
Gerente en Ecoscent Industrial
En muchas industrias, los olores se tratan como una molestia secundaria. Sin embargo, su impacto va mucho más allá de lo olfativo: afectan la salud, el estado de ánimo y el rendimiento del personal, además de representar un riesgo ambiental por olores y desencadenar conflictos con comunidades cercanas.
Implementar una estrategia profesional de control de olores industriales no solo ayuda a reducir quejas vecinales, sino que también mejora las condiciones de trabajo, eleva la moral del equipo y fortalece el cumplimiento normativo.
Trabajar de forma constante en ambientes con olores intensos puede provocar:
Estos efectos están documentados en la Guía Básica de Gestión de Olores (AMIGO), donde se analizan bajo el modelo FIDOL: Frecuencia, Intensidad, Duración, Ofensividad y Localización. Si los olores se presentan de forma persistente, intensa y ofensiva en áreas donde labora personal, el impacto es directo y negativo.
No existe una única solución para el control de olores industriales, ya que cada planta tiene condiciones operativas, procesos y fuentes de emisión distintas. Por ello, es fundamental implementar tecnologías adaptadas al tipo de olor, su intensidad, su localización y la frecuencia con la que se presenta.
En algunos casos, se requieren soluciones de acción directa sobre líquidos o sólidos en descomposición, como en fosas, trampas o sistemas de drenaje. En otros, la estrategia debe centrarse en el tratamiento del aire ambiente, ya sea en espacios cerrados o en el perímetro de la planta. También es común que se necesiten sistemas automatizados que trabajen de forma continua, especialmente en zonas críticas con ventilación limitada o presencia constante de personal.
Elegir tecnologías sin un diagnóstico adecuado suele derivar en soluciones poco efectivas o que generan nuevos problemas. Por eso, un análisis técnico que considere variables del modelo FIDOL y métricas como la escala VDI 3882, permite implementar sistemas que neutralicen olores de manera medible y sostenible.
El impacto del tratamiento puede evaluarse mediante olfatometría y normativas como la escala VDI 3882, que cuantifican la intensidad y aceptabilidad del olor antes y después del tratamiento.
De esta forma, no solo se mejora el ambiente para los trabajadores, sino que se tienen evidencias técnicas para justificar auditorías y cumplir normativas ambientales.
Controlar los olores no es solo una cuestión de imagen externa o cumplimiento normativo. Es una inversión directa en la salud, seguridad y motivación del equipo humano.
Una planta que huele bien es una planta donde las personas quieren estar.
En Ecoscent Industrial diseñamos soluciones personalizadas de control de olores que mejoran la salud y satisfacción de tu personal, reducen quejas y fortalecen el cumplimiento normativo.